Precipicio.

Ilusión, esfuerzo, ganas. Decepción, impotencia, ira, cobardía. Y vuelvo a empezar. 
No soy nadie para decir lo que está bien o está mal. Para pedir una vida a medida. Para pedir más. Quizás me haya precipitado y no esté preparada, quizás sea yo la equivocada. Quizás. No soy quien debería estar aquí ofreciendo que me guíen. Pero he estado llamando a tu puerta. Esperando, tanto tiempo... que he olvidado mi camino de vuelta. No se marcharme ahora que están tus ojos mirándome. 
Se que la responsabilidad de hacer feliz a alguien pesa, y más aún si te lo piden a gritos. Todavía no se como controlar mi tono de voz, lo siento. Como siento que  me haces falta más veces de las que. De las que aguanta mi corazón sin ti. De las que debería.
Pero es tan difícil tenerte delante y no querer todo contigo... que quieras todo conmigo.
Afirmaba que sabía lo que era el amor, es más, presumía de saber amar. Y hoy no se si lo estoy haciendo bien. Busco la perfección cuando aseguraba que la tenías tú. Estoy haciendo girar todo y cayendo en picado, queriendo construir lo que no no estaba en mis planes. Ni en los tuyos. Queriendo que me ames cuando ni yo misma se que es exactamente. Lo único seguro es que quiero que sigas en mi vida porque tras todo este desastre emocional, tras esa puerta medio abierta, solo puedes estar tú, brindándome las ganas para seguir. Invitándome a entrar.
Puede que me esté precipitando ahora, queriendo beberme la vida de un golpe. Quizás tenga que sentarme a esperar, y aprender a gatear antes de echar a correr.

Comentarios

Entradas populares